viernes, 29 de abril de 2011

Noticias mineros

La Comisión Europea pretende que las minas de carbón que sean deficitarias y necesiten ayudas públicas para su funcionamiento -caso de todas las explotaciones de España- echen el cierre en cuatro años. La medida afectaría tanto a Hunosa como a la minería privada. Después de un intenso debate, que obligó a aplazar la decisión a principios de este mes, y contrariamente a lo que preveían algunos borradores, que contemplaban la posibilidad de seguir autorizando ayudas hasta el año 2023, la propuesta aprobada por unanimidad por el Colegio de Comisarios, a instancias del vicepresidente de la Comisión y Comisario de la Competencia, el socialista español Joaquín Almunia, sólo prevé una prórroga de las ayudas públicas hasta el 15 de octubre de 2014.

La propuesta del nuevo reglamento de ayudas al sector hullero europeo que sustituirá al actual que finaliza el próximo 31 de diciembre, supedita cualquier ayuda al funcionamiento del sector, según el comunicado emitido ayer por Bruselas, a la presentación de un plan de cierre para las minas deficitarias, que son todas las asturianas y leonesas.

Joaquín Almunia dejó claro, tras la aprobación de la propuesta por el ejecutivo comunitario, que el objetivo es «garantizar el cierre definitivo de las minas no competitivas antes del 15 de octubre de 2014. No debe haber ninguna duda al respecto». Según explicó el número dos del ejecutivo europeo que preside el portugués José Manuel Durao Barroso, «las empresas tienen que ser viables sin subvenciones. No es sólo una cuestión de justicia para los competidores que operan sin ayudas estatales, sino que también revierte en el interés de los contribuyentes y de unas finanzas públicas que se encuentran en un contexto de austeridad». Asímismo, Almunia afirmó que la Comisión «sólo autorizará ayudas de funcionamiento para aquellas empresas mineras que dispongan de un plan de cierre. Además, las subvenciones deben dirigirse de forma creciente a sufragar los costes sociales y ambientales del cierre». Para el comisario español, «el camino a seguir es el de las energías renovables y limpias».

El que fuera ministro en varios gobiernos de Felipe González y, posteriormente, secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno en 2000, advirtió que la propuesta de la Comisión Europea pudo ser aún más drástica, «pero no podemos ignorar las terribles consecuencias económicas y sociales que habría a escala regional en las zonas productoras con un repentino cierre de las minas deficitarias. Sobre todo en este momento de crecimiento escaso o cero y de elevado desempleo».

En la actualidad, las minas que dependen de las subvenciones al funcionamiento están situadas, principalmente, aunque no exclusivamente, en Polonia, la región alemana del Ruhr, el valle del Jiu, en Rumanía, y, ya en España, en Asturias, León y Palencia.

La decisión adoptada por la Comisión, en cualquier caso, no es definitiva y deberá ser aprobada por el Consejo de Ministros de Energía. Algunos de ellos, como Alemania y España son partidarios de prorrogar las ayudas al menos hasta el año 2018. Aún así, esta medida marca de forma clara que los estados miembros sólo podrán conceder ayudas a las minas de carbón en el contexto de un plan de cierre definitivo, cuya aplicación sería objeto de un seguimiento estricto.

En el marco del Reglamento propuesto, las subvenciones de funcionamiento tendrían que ser decrecientes en el tiempo, con una reducción de al menos el 33% por un período de 15 meses y, en caso de que la mina deficitaria no haya sido cerrada a 15 de octubre de 2014, el beneficiario tendría que devolverlas al estado. Además, cualquier ayuda al cierre debe estar supeditada a la presentación por parte del país miembro de un plan de medidas apropiadas en el ámbito de la eficiencia energética, las energías renovables o la captura y el almacenamiento de CO2. Según la Comisión, el objetivo de la propuesta es poner fin a las subvenciones concedidas a las minas no competitivas, «algo muy parecido a lo que se ha hecho en el caso de los sectores siderúrgico y construcción naval».

Noticias Japón

Por si no tuvieron bastante con la destrucción de sus ciudades, las horribles quemaduras y los efectos a largo plazo, muchos fueron discriminados laboral e incluso sentimentalmente, ya que muy pocas familias permitían a sus hijos contraer matrimonio con una víctima atómica. Se les conoce como «hibakusha» (afectados por la explosión) y sólo en las últimas décadas se ha reconocido la dimensión de su tragedia.
Salvando las distancias, entre las decenas de miles de desplazados por el accidente nuclear de Fukushima, empiezan a aflorar anécdotas de segregación y recelo. Pese a que ahora se dispone de mucha más información al respecto que hace 60 años, algunos dicen sentirse como «nuevos hibakusha». En varios refugios se han producido quejas de familias que preferirían no alojarse al lado de quienes acaban de llegar de las inmediaciones de la planta averiada. Algunos hoteles y la mayoría de los centros de acogida, están solicitando un certificado que demuestre que los recién llegados no son «radiactivos».
En la televisión japonesa los evacuados expresan su indignación ante las cámaras y recuerdan que, según la opinión unánime de los expertos, se trata de recelos totalmente injustificados. «De más de 17.000 personas analizadas, ninguna presentaba riesgo, salvo 3 operarios de la central», tranquiliza Kenji Sasahara, director de uno de los centros de detección de radiación instalado en Minamisona, a menos de 30 kilómetros de los reactores.
Los detectores de contaminación radiactiva, instalados en las entradas de los albergues de refugiados, se han convertido en verdaderos puestos de control que dan acceso a un lugar para dormir o incluso a la atención médica solicitada. Y en muchos refugios, aquel que no presenta el certificado está obligado a hacerse las pruebas. «Sencillamente, la gente está muy inquieta, lo que por desgracia puede provocar discriminación», admite Kosuke Yamagishi, del departamento médico de la prefectura de Fukushima.
Los problemas de los «nuevos hibakusha» van más allá de la discriminación anecdótica. La mayoría de ellos han perdido su fuente de ingresos. Otros muchos también se han quedado sin casa y sin pertenencias a causa del tsunami. Todos esperan con impaciencia las indemnizaciones prometidas.

jueves, 28 de abril de 2011